Por Alejandro Zapata Perogordo

La decisión de Margarita Zavala de renunciar a las filas de Acción Nacional, viene a ahondar aún más los difíciles momentos que azotan el país, es verdad que llega en tiempos políticos adecuados, aunque no en las mejores circunstancias para México, pues ahonda aún más las tremendas crisis que padecemos, cuyos requerimientos invitan a la unidad, solidaridad y conjunción de esfuerzos en aras de la reconstrucción, reconciliación y renovación del país.

Estoy cierto de sus convicciones, ideales y congruencia, apegadas a la doctrina y principios del Partido Acción Nacional, advirtiendo que sus diferencias no se localizan en la parte sustantiva de la institución, sino en las formas como las personas que ocupan la dirigencia se han conducido, provocándole un profundo sentimiento de indebido desplazamiento y trato indigno.

Pues bien, el punto dará para rato, no obstante dadas las nuevas circunstancias los escenarios evidentemente se mueven, así podemos apreciar algunas variables que no estaban en el tablero.

Entre la pérdida y la ganancia provocada por el suceso a estas alturas es un aspecto marginal y coyuntural, pues aún faltan infinidad de variables que en la ruta a la presidencia se irán despejando, no obstante, hay quienes se han frotado las manos al sentir de nuevo un escenario de oportunidad y muchos más que se dicen defensores de la dignidad humana, se han dedicado al escarnio.

Por otra parte, esa determinación incide en el Frente Ciudadano por México, también al interior del PAN y golpea la posición de Ricardo Anaya, a la vez que seguramente está consciente la propia Margarita que se ha colocado en un lugar donde son remotas las posibilidades de alcanzar la Presidencia de la República, aunque por otro lado tuvo la percepción fundada de que no sería la candidata del frente, en tal consideración, si se hubiese disciplinado, lo más probable es que la redujeran a la marginación, al optar por continuar vigente aunque con un margen estrecho se pone como cabeza de ratón y no cola de gato.

Así las cosas, desde la óptica de que en política las sumas y restas son esenciales, al asumir un movimiento independiente le permite sentarse a dialogar en calidad de par con todos y tener mayor poder de decisión.

El Frente Ciudadano por México ahora se encuentra obligado a ajustar la ruta, dejar de ser percibido como un centro de distribución cupular de candidaturas y abrirse a la sociedad, transparentando sus acciones, legitimándose como opción de fórmulas democráticas y proyectando una propuesta transformadora del sistema.