Por Alejandro Zapata Perogordo.

Ya de por sí la debilitada y a punto de fenecer PGR, ahora se encuentra inmersa en una serie de cuestionamientos de carácter político, donde por falta de oficio de quien actualmente se encarga del despacho, surgen hechos públicos que dan pauta a pensar un manejo que invita al sospechosísimo.

En los últimos días nos hemos enterado de hechos, tanto de acción como de omisión en esa dependencia. Es de todos conocido el ingreso, apertura y confiscación de mil quinientas cajas de seguridad en el First National Security de Cancún, por elementos de la Procuraduría General de la República, como parte de una Diligencia de aseguramiento de la empresa, derivada de la investigación en contra de Leticia Rodríguez Lara, «La Lety».

Esa acción, lo menos que se puede pensar es que se trata de un acto desesperado de la dependencia, pues no es otra cosa más que una Diligencia de Cateo disfrazada, con el objetivo de ver si encuentran el garbanzo de a libra, sin importar que atentan contra la privacidad de un buen número de ciudadanos, amén de que rompen con la certidumbre jurídica y la confianza en ese tipo de servicios, dejando a la mayoría de los usuarios en estado de indefensión.

Por otro lado, vemos como los vecinos del norte son quienes nos dan las noticias de aquellos involucrados en cuestiones criminales; señalan a los famosos hermanos Moreira, a Fidel Herrera y Cesar Duarte, vinculados con carteles de delincuencia organizada, al ser protegidos del sistema caduco, es obvio, que nuestras autoridades no hagan nada. Es cierto que el último de los mencionados se encuentra preso, sin embargo, el sospechosísimo indica que algo hubo para que su familia pudiese salir sin ningún problema a radicar en el extranjero.

Y sigue la mata dando, como los casos de Eugenio Hernández detenido por asuntos locales y, al igual que Tomas Yarrington, reclamado por los norteamericanos. Así podríamos seguir con una larga lista de impunidades de personajes protegidos y avalados por el sistema, que a ojos vistos se encuentran gozando de su libertad y de los recursos públicos que se llevaron.

Así las cosas, es harto complejo obtener la confianza y credibilidad en las instituciones, el aroma a podrido es evidente, derivado principalmente por la corrupción, complicidad e impunidad. En esas condiciones se requiere un cambio a fondo y, eso no lo logra una sola persona ni tampoco un solo partido, sino un verdadero, transparente y democrático pacto social.

En el inter, para evitar los vacíos de las fiscalías y que cuenten con un marco jurídico adecuado, el Congreso y particularmente la Cámara de Senadores tienen la palabra, aunque para como están las cosas parece una tarea imposible, las probabilidades de acuerdos cada vez son más lejanas, llegaron los tiempos políticos y las naturales divisiones se hacen presentes, el problema es ¿quién pondrá orden?