Por Alejandro Zapata Perogordo.
Todo parece indicar según las previsiones que el actual período de sesiones terminará dejando muchos temas pendientes en la agenda nacional, algunos de ellos prioritarios, sin embargo, dadas las condiciones por la carrera presidencial, que produce distanciamientos, quedarán para la próxima legislatura y, son desde ahora discurso de campañas.
Los rubros que comienzan a perfilarse como productos de mala calidad para el país y, por lo tanto, susceptibles de ponerles la adecuada atención a efecto de obtener mejores resultados, se refieren tanto a la economía como a cuestiones de Estado de Derecho.
En ambos atribuyen sus deficiencias a la presente administración, uno de los directivos importantes del Fondo Monetario Internacional, Alejandro Werner, señaló en días pasados la preocupación por el bajo crecimiento económico de México, coincidiendo con Alejandro Díaz de León Carrillo, Gobernador del Banco de México, sobre el impacto que en la materia tiene la alza en corrupción y violencia, entre otros factores.
Además la reciente aprobación del paquete fiscal por el Senado Norteamericano, por sus repercusiones augura ajustes en la tóxica -como la bautizó Gustavo Madero-, política tributaria mexicana, que independientemente de acusar deficiencias para el desarrollo nacional, se ve aún más deteriorada por el clima de violencia que prevalece, circunstancias a que hace referencia el Presidente del Consejo de Administración de BBVA Bancomer, Luis Robles Miaja.
El panorama por lo visto no pinta bien, menos para el candidato del PRI José Antonio Meade, pues va a tener que cargar con el lastre de un bajo crecimiento económico, además del que representa una administración cuestionada por la corrupción, la impunidad y los altos índices de violencia e inseguridad.
Desde la perspectiva electoral que implica la necesidad de profundos cambios en el régimen y sistema político, era obvio que desde el Congreso comenzó a aflorar la incuestionable distancia entre los proyectos partidistas, por lo tanto, la complejidad de arribar a coincidencias, al no existir intereses comunes.
Si volteamos para atrás nos percatamos que las reformas en el Pacto por México, tendientes a fortalecer la economía nacional, no han rendido frutos, el resto vinculado al Estado de Derecho; el Sistema Nacional Anticorrupción y anexas, solo se ve en el papel, lo único sobresaliente es la violencia, la corrupción y la impunidad, ofreciendo la parte oficial como solución, la continuidad de una oligarquía tecnocrática, como se les bautizó en la época de Porfirio Díaz: «De los científicos».
Es evidente que se requiere una reconciliación nacional, desterrando oligarquías y falsos redentores, redignificando la política; el respeto; la pluralidad; las libertades; el orden y, sobre todo construyendo un verdadero y eficiente Estado de Derecho.