Al primer trimestre de este año, 75 por ciento de los 16 millones de jóvenes que laboran percibían entre uno y tres salarios mínimos, mientras apenas 2.1 por ciento obtenía más de cinco (alrededor de 13 mil pesos mensuales), señala el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval). En total, en el país hay alrededor de 31.1 millones de jóvenes –entre 15 y 29 años–, de los cuales 42 por ciento está en pobreza.

En el documento ¿Qué funciona y qué no en desarrollo laboral juvenil?, que integra la serie Guías prácticas de políticas públicas, el consejo busca mostrar qué es eficaz en materia de intervenciones para el desarrollo laboral juvenil.

Indica que de 42.9 por ciento de los jóvenes que en 2016 vivía en situación de pobreza, 54.1 por ciento estaba ocupado, 4.3 desocupado y 41.5 era población no económicamente activa. Al analizar por localidad rural o urbana, refiere que se observa una distribución similar de los jóvenes en situación de pobreza.

Los jóvenes, que representan la cuarta parte de la población total del país, enfrentan el reto de una transición exitosa de la escuela al trabajo en un contexto de falta de oportunidades adecuadas. Los jóvenes se enfrentan a situaciones que los llevan a periodos prolongados de desempleo y les impiden mejorar sus habilidades y obtener experiencia de manera consistente, indica el documento.

El desequilibrio entre la limitada capacidad del sector moderno de la economía en generar suficientes empleos para la población en edad de trabajar, la pérdida del poder adquisitivo de los salarios reales y el incremento de la pobreza tienen como resultado la precocidad y prolongación del ciclo de vida laboral, así como el crecimiento de sectores de baja productividad como el autoempleo, considera. A pesar de que el mercado se ha flexibilizado a tal punto que incorpora cada vez a más población joven, los ubica en empleos que poco pueden ayudar a las necesidades de sus hogares.

Explicó que, según datos a 2016, en las localidades urbanas 10.2 por ciento de los jóvenes en pobreza ocupados contaban con acceso directo a la seguridad social, pero en el ámbito rural este sector sólo alcanzaba 2.9 por ciento.

Agrega que entre las causas de desempleo están la baja calidad del sistema educativo, la falta de desarrollo de habilidades socioemocionales, la deserción escolar en educación media superior y superior y la falta de experiencia laboral.

Menciona que también inciden las condiciones y la rigidez del mercado laboral, como el costo elevado de despido, los altos impuestos sobre la nómina y la naturaleza de la gestión de las relaciones laborales que pueden afectar la creación de empleos formales, incluyendo aquellos dirigidos a jóvenes.

El documento concluye que los programas o intervenciones integrales que combinan componentes como capacitación en el trabajo y de habilidades para la vida, así como consejería, tienden a ser más efectivos.

Con información de La Jornada.