En México, sólo el 28 por ciento de las personas con discapacidad se incorpora a la educación media superior y superior, según el Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación (Conapred). Un rezago que profundiza el acceso al trabajo formal.

La mayoría de ellos está en el subregistro laboral. En el caso de las personas con limitación auditiva y visual quienes logran “un mejor puesto” están en áreas de limpieza, en call centers o de obreros.

Eduardo Hernández, director de Discapacitados Visuales IAP, señaló que la poca presencia de esta población en nivel bachillerato y universitario se debe a que los materiales educativos no están adaptados para ellos y tampoco hay docentes capacitados para instruir a esta clase de alumnos.

Las opciones que las personas con discapacidad visual o auditiva tienen para lograr una educación superior es que sus familiares busquen la adaptación de los libros, acudir a organizaciones o bibliotecas que tengan servicios de este tipo.

María Genoveva Rivera Sosa, directora y presidenta de la Fundación Nacional para Sordos «María Sosa”, dijo que algunas empresas rechazan a las personas con discapacidad por desconocimiento, pues en el caso de las que no escuchan, “dicen que no saben cómo comunicarse con ellos”.

En donde principalmente se emplean a quienes tienen limitaciones auditivas son como cargadores, en maquilas y limpieza, aunque muchos otros están vendiendo en el transporte público.

Juan Carlos Miranda Santiago, de 58 años de edad, es sordo, apenas está estudiando la secundaria y preparatoria porque le dijeron que necesita aprender para tener un certificado y encontrar un mejor trabajo que no sea de limpieza, hasta el momento es el único donde lo aceptan.

Actualmente se dedica al comercio. Acude a vender cuadernos, plumas o libros a Puebla, Hidalgo, Querétaro y Pachuca. Él sólo llega hasta allá, pues un amigo le enseñó cómo hacerlo.

A Pedro Rodríguez, de 43 años, débil visual y con una educación básica trunca, le hubiera gustado estudiar relaciones internacionales pero no pudo porque no había quién le enseñara. A falta de ello se ha dedicado a ser mensajero por más de dos décadas. También trabaja como sacristán.

Su situación, no es un obstáculo para andar de un lugar a otro llevando y trayendo paquetes. Según él todo es cuestión de decisión y corazonadas, esto es reconocer las calles, contarlas, y preguntar si va en el rumbo correcto. “Llego siempre a todos los lugares”. En su casa lo conocen como el mapa guía.

Jacqueline Juárez Martínez, tiene 44 años y es maestra de historia universal y de México en la Escuela Secundaria 320. Como docente lleva 11 años.

Ella era débil visual y actualmente perdió casi totalmente su vista. En la Biblioteca México fue donde recibió su educación en historia, y lo que le ha ayudado a desarrollarse profesionalmente es que tiene buena memoria.

Sus alumnos, que tienen diversas discapacidades le reconocen y admiran porque no necesita consultar todo el tiempo sus libros para impartir su clase.

Con información de La Jornada.