Dos misiles disparados por los talibanes cayeron este domingo en la pista del aeropuerto de Kandahar (650,000 habitantes), la segunda ciudad más poblada de Afganistán, provocando la interrupción de todos los vuelos. Paralelamente, los insurgentes endurecieron sus ofensivas contra distintas capitales regionales, sacando a flote dudas sobre la verdadera capacidad del Ejército afgano. Las autoridades reconocen encontrarse en una “situación de emergencia”.

«Los vuelos civiles han sido suspendidos, pero los militares continúan en el aeropuerto. Esperamos reabrir las pistas para vuelos civiles hoy por la tarde o mañana cuando sean reparados», dijo el director del aeropuerto, Masoud Pashtun. El recinto, que tiene una base aérea militar, es clave para el aprovisionamiento de las tropas afganas, que combaten desde hace semanas contra los insurgentes en las afueras de esta ciudad.

Los rebeldes también volvieron a acercarse a los límites de Herat, gran ciudad del escenario occidental de combates por cuarto día consecutivo, y se adentraron en Lashkar Gah, capital vecina de Kandahar. Las fuerzas afganas respondieron enviando centenares de soldados especiales a Herat y las autoridades locales pidieron refuerzos en Lashkar Gah.

Una hipotética caída de Kandahar o de Herat, tercera ciudad afgana con 600,000 habitantes, sería un desastre para las autoridades afganas y la ya disminuida moral de sus tropas. Shinwari, sin embargo, aseguró que las Fuerzas Armadas de Afganistán tienen «la capacidad para defender estas ciudades del enemigo”.